Repercusiones
generales de la subida de tasas
Aumentar las tasas significa restringir
el acceso a la enseñanza superior a los menos ricos
Desde hace un tiempo varias
personalidades públicas intentan convencer a la población de que una subida de
las tasas no tendría efecto en cuanto a la accesibilidad a la enseñanza
post-secundaria. Hasta Raymond Bachand (miembro del gobierno liberal) ha dicho
que tasas bajas constituían una subvención para los más ricos y que, en este
sentido, aumentar las tasas era una cuestión de justicia social. Sin embargo,
los hechos contradicen estas afirmaciones.
Un estudio de 2003 de Estadísticas Canadá sobre los
ingresos familiares y la participación en la enseñanza post-secundaria ha demostrado
que la subida de las tasas en los años 90 en el resto de Canadá había hecho que
los jóvenes que procedían de familias con menos de 75 000 $ de
ingresos anuales se matricularan menos en las universidades. Otro estudio del
2007 solicitado por el Ministerio de la Educación, del Ocio y del Deporte
(MELS) sobre las tasas universitarias, la ayuda financiera para los estudios y el
número de matriculaciones en las instituciones de enseñanza post-secundaria
llega aproximadamente a las mismas conclusiones. Dicho de otra manera, cuanto más
altas son las tasas, menor es la proporción de estudiantes procedentes de
familias humildes. Consecuentemente, la « justicia social » no
consiste en aumentar las tasas, sino más bien en bajarlas para favorecer un
acceso universal a la enseñanza post-secundaria.
Los préstamos y las becas (ayuda
financiera) nunca podrán amortizar el efecto negativo de una subida de las
tasas
Para intentar tranquilizar la ira de los
estudiantes, el gobierno reinvertirá un 35 % del importe de la subida en
el Programa de Ayuda Financiera para los estudios (AFE). Estos 118 millones de dólares
adicionales cubrirán la subida de las tasas para aquellos y aquellas que ya
tienen acceso al programa de ayuda, y permitirán aumentar ligeramente el número
de personas admisibles. Sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes que
proceden de familias con ingresos bajos y medios quedarán excluidos de esta
bonificación. El efecto será aún más dramático, ya que más del 40 % de los
padres, independientemente de sus ingresos, no ayudan financieramente a sus
hijos para sus estudios. Por su naturaleza, la Ayuda financiera nunca podrá
amortizar completamente el efecto nefasto de una subida de las tasas, porque para
hacerlo debería hacerse accesible a todos y a todas, y el coste de tal medida
superaría entonces el importe de la subida.
El importe de la subida no arreglará los
problemas del sistema universitario quebequés
El argumento según el cual el sistema
universitario quebequés está en ruina está muy de moda últimamente. Lo
comparamos con el sistema de Ontario (otra provincia de Canadá) y con las
grandes instituciones americanas, lamentando las estanterías pálidas y poco
surtidas de nuestras bibliotecas. Dado que Quebec tiene las tasas más bajas de
todo Canadá y EEUU, la subida de esas tasas parece ser la solución perfecta. No
obstante, a pesar de nuestras tasas poco elevadas, las estadísticas del
gobierno demuestran que la red universitaria quebequesa está mejor financiada
que la de otras partes:
Utilizando como indicador la
relación entre el conjunto de los gastos de las universidades y el producto
interior bruto (PIB), constatamos que, en comparación con el resto de Canadá,
Quebec se encuentra entre las provincias cuyo esfuerzo financiero dedicado a
las universidades es más importante. En 2008-2009, el conjunto de los gastos de
las universidades representaba un 1,94 % del PIB en Quebec, en comparación
con un 1,76 % en Ontario, un 1,65 % en Canadá entero y un 1,58 %
en Canadá sin Quebec.
Obtenemos similar conclusión
comparando el conjunto de los gastos de las universidades por estudiante.
Todavía para el año 2008-2009 el conjunto de los gastos era de 29 242 $ por
estudiante en Quebec, en comparación con 28 735 $ en el resto de Canadá,
de 26 383 $ en Ontario y de 28 846 $ para Canadá entero.
De esto se constatan dos cosas. Por un
lado, que a las universidades quebequesas no les falta dinero. Por otro lado, que
el importe de la subida de las tasas representaría una subida que no llega al 5 %
del presupuesto de las universidades quebequesas. Los problemas de la red
universitaria quebequesa son más bien achacables a un mal reparto de los
recursos que desfavorece la asignación de dinero a la enseñanza y a los
recursos destinados directamente a los estudiantes. En la Universidad de
Montreal por ejemplo, el personal de gestión ha pasado de un 10 % a un 15 % del
efectivo total entre 2000 y 2008, mientras la proporción de profesores ha
pasado del 26% al 22%.
La enseñanza se vuelve cada vez más una
institución privada sometida a las exigencias del mercado y pierde su función
social
El aumento de las tasas no tiene
solamente repercusiones monetarias. Al pasar de una financiación pública
asegurada por el gobierno a una financiación privada asegurada por el
estudiante y por la filantropía de las empresas, cambiamos el rol de la
educación. El estudiante se vuelve un cliente que compra un servicio cuya
función es la de aumentar el valor comercial de su trabajo. Según esta lógica es
normal que el estudiante pague un precio proporcional a los beneficios que
retira. Esta visión ha sido defendida en primer lugar por distintos organismos
de la derecha económica (la Patronal, el Instituto Económico de Montreal, el Centro
para la Investigación Interuniversitaria y el Análisis de Organizaciones, etc.)
y está claramente presente en los presupuestos de Quebec de 2011. El plan del
gobierno de aumentar la filantropía de las empresas pretende lo mismo. Al favorecer
la contribución voluntaria de organismos con ánimo de lucro admitido el
gobierno cambia el estatuto de la investigación universitaria. Ésta se tiene
entonces que someter a les exigencias del mercado, porque en adelante, es en el
mismo mercado donde encontrará su financiación.
El aumento de las tasas no corresponde a
una obligación económica sino a una elección política
No se puede decir que el aumento de las
tasas sea una necesidad económica, sobre todo cuando nos damos cuenta de que la
subida prevista aportará una insignificante suma de 216 millones $ por año, lo
que apenas representa un 4,7 % de un presupuesto de 4,5 mil millones $ que
importarán las universidades en 2016-2017, y un 0,3 % del presupuesto
total del Estado quebequés.
Al elegir financiar la universidad con
una tarifa única (lo que es regresivo en relación con el ingreso) en vez de financiarla
con el impuesto sobre el ingreso (que es progresivo), el gobierno elige
favorecer a los más ricos, someter la universidad a la lógica del mercado y restringir
el acceso a la enseñanza post-secundaria.
Los estudiantes ya tienen que apretarse
el cinturón
Cuando se descongelaron las tasas en
2007, los partidarios de la subida de las tasas machacaban en todas las
tribunas que los 50 $ suplementarios exigidos por cuatrimestre no
representaban más que una cerveza menos por semana. Por supuesto, no hablaban del
efecto acumulativo de la subida. Esta vez, ¿se atreverán a afirmar que los 1625 $
de aumento no representan más que 16 cervezas menos por semana?
Y lo que es más serio, un estudio exhaustivo
de 2009 realizado por la Federación de los estudiantes universitarios del
Quebec sobre las fuentes y los modos de financiación de los estudiantes de
primer ciclo demuestra que la renta media de los universitarios es de 12
200 $ por año. Después de haber pagado las tasas (la factura media en 2009
era de 2 600 $ por año) solamente quedaban 9600 $. Un aumento de las
tasas de 1625 $ constituiría una compresión de 17 % de los ingresos
disponibles - tenemos derecho a preguntarnos cómo comerán los estudiantes dentro
de 5 años, considerando que el coste de la vida aumenta considerablemente en todos
los sectores-. Para alcanzarlo, los estudiantes deberán trabajar el equivalente
de 162 horas suplementarias a 10 $/h.