jueves, 11 de abril de 2013

Por qué seguimos bloqueando las clases


<<Pourquoi  nous bloquons encore des cours>>, artículo disponible en el diario quebequés Le Devoir: http://www.ledevoir.com/societe/education/358023/pourquoi-nous-bloquons-encore-des-cours ( Fecha de publicación: 30 de agosto de 2012)
Por qué seguimos bloqueando las clases.   
                Nosotros bloqueamos las clases.  Nosotros somos  los que estás siendo atacados por la prensa desde principios de curso. Nosotros somos los que seguimos aguantando los golpes de las porras. Nos dicen que nos callemos, que votemos, que nos volvamos a callar. De todas formas, es lo que siempre nos han dicho. Nunca nos preguntan por qué seguimos aquí cuando  detienen a cada uno de nosotros.
                Nunca he visto una incomprensión tan grande por parte de los medios de comunicación.  Se habrán tenido que explicar muchas cosas en esta huelga, pero esta vez, supera los límites de lo imaginable.
                Y, sin embargo, es simple. Bloqueamos las clases porque nuestras asociaciones han votado para que la huelga continúe. Nunca habríamos bloqueado una clase cuya asociación hubiese votado la vuelta a las aulas. La vuelta a los CÉGEPS(centros de bachillerato y formación profesional) ha sido tranquila, y el asombro que esto ha producido nos ha dado arcadas, porque esta tranquilidad no sigue la lógica de lo que queda.
                No tenemos por qué preguntar si será eficaz seguir la huelga. Eso nos lo preguntamos en las asambleas generales. Lo que aseguramos es la democracia: a través de ella y solo de ella decidiremos volver a clase. A través de ella y solo de ella tienen que pasar los que quieren reanudar el curso. Si ellos y ellas estiman que las votaciones se realizan con un  índice de participación escaso, no tienen más que ir a debatir cosas que les conciernen y en cualquier momento, pueden hacer una solicitud para poder votar.
                No somos ladrones. Vuestras palabras y categorías no nos atraparán. Somos seres humanos y si a veces estamos enmascarados es porque nos graban permanentemente, como en 1984 de Orwell.
                No hemos elegido ir a la cárcel ni que nos golpeen. Al menos, nunca lo hemos querido. Pero, sin embargo, hemos sido claros. Ni la intimidación más autoritaria de las administraciones nos forzará nunca a volver a clase. Ni la policía, ni la seguridad, ni algunos burócratas o políticos y políticas despreciables lo harán. Podréis ponernos un fusil en la sien y seguiremos oponiéndonos a renegar de los votos democráticos de nuestras asociaciones.
                Estamos ahí para que dejéis de hacer oídos sordos cuando en los pasillos de las instituciones supuestamente libres, se obligan a los profesores a ir al aula a escupir la lección bajo pena de multas desmesuradas o cuando arrestan a los y las estudiantes porque se les intimidan y se niegan a arrodillarse.
                Estamos aquí para que los medios hagan por fin su trabajo y dejen de mentir y hablar mal de  nosotros. Estamos aquí para recordaros que nada se ha solucionado y que no resolverán los problemas un voto cada cuatro años, de los que además, los partidos renegarán.
                Estamos aquí para que nuestros compañeros paren de emborracharse en nuestros pasillos, mientras que, ante sus ojos, se nos está maltratando y arrestando. Estamos aquí para que cese esta comedia turbadora.
                Desde hace meses hemos luchado para existir. Para que paren de rechazarnos, que las administraciones y los gobiernos paren de despreciarnos, para que los policías paren de reprimirnos. Para que nuestro mundo pare de vendernos como vulgar mercancía.
                Estamos todavía aquí. Y durante todo el tiempo en el  que siga siendo una asociación la que decida colectivamente la huelga, bloqueemos las clases. No la de los otros, no. Porque somos los que respetan una democracia estudiantil que no esté vacía de sentido.

30 de agosto de 2012.
Jean-Pascal Bilodeau. Estdiante de Montreal.
Le Devoir.

Repercusiones generales de la subida de tasas


<<Impacts généraux de cette hausse>>, artículo disponible en la página web de la CLASSE : http://www.bloquonslahausse.com/hausse-des-frais/impacts-generaux-de-cette-hausse/ (Fecha de publicación: primavera de 2012)
Repercusiones generales de la subida de tasas
Aumentar las tasas significa restringir el acceso a la enseñanza superior a los menos ricos
Desde hace un tiempo varias personalidades públicas intentan convencer a la población de que una subida de las tasas no tendría efecto en cuanto a la accesibilidad a la enseñanza post-secundaria. Hasta Raymond Bachand (miembro del gobierno liberal) ha dicho que tasas bajas constituían una subvención para los más ricos y que, en este sentido, aumentar las tasas era una cuestión de justicia social. Sin embargo, los hechos contradicen estas afirmaciones.

Un estudio de 2003 de Estadísticas Canadá sobre los ingresos familiares y la participación en la enseñanza post-secundaria ha demostrado que la subida de las tasas en los años 90 en el resto de Canadá había hecho que los jóvenes que procedían de familias con menos de 75 000 $ de ingresos anuales se matricularan menos en las universidades. Otro estudio del 2007 solicitado por el Ministerio de la Educación, del Ocio y del Deporte (MELS) sobre las tasas universitarias, la ayuda financiera para los estudios y el número de matriculaciones en las instituciones de enseñanza post-secundaria llega aproximadamente a las mismas conclusiones. Dicho de otra manera, cuanto más altas son las tasas, menor es la proporción de estudiantes procedentes de familias humildes. Consecuentemente, la « justicia social » no consiste en aumentar las tasas, sino más bien en bajarlas para favorecer un acceso universal a la enseñanza post-secundaria.


Los préstamos y las becas (ayuda financiera) nunca podrán amortizar el efecto negativo de una subida de las tasas
Para intentar tranquilizar la ira de los estudiantes, el gobierno reinvertirá un 35 % del importe de la subida en el Programa de Ayuda Financiera para los estudios (AFE). Estos 118 millones de dólares adicionales cubrirán la subida de las tasas para aquellos y aquellas que ya tienen acceso al programa de ayuda, y permitirán aumentar ligeramente el número de personas admisibles. Sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes que proceden de familias con ingresos bajos y medios quedarán excluidos de esta bonificación. El efecto será aún más dramático, ya que más del 40 % de los padres, independientemente de sus ingresos, no ayudan financieramente a sus hijos para sus estudios. Por su naturaleza, la Ayuda financiera nunca podrá amortizar completamente el efecto nefasto de una subida de las tasas, porque para hacerlo debería hacerse accesible a todos y a todas, y el coste de tal medida superaría entonces el importe de la subida.


El importe de la subida no arreglará los problemas del sistema universitario quebequés
El argumento según el cual el sistema universitario quebequés está en ruina está muy de moda últimamente. Lo comparamos con el sistema de Ontario (otra provincia de Canadá) y con las grandes instituciones americanas, lamentando las estanterías pálidas y poco surtidas de nuestras bibliotecas. Dado que Quebec tiene las tasas más bajas de todo Canadá y EEUU, la subida de esas tasas parece ser la solución perfecta. No obstante, a pesar de nuestras tasas poco elevadas, las estadísticas del gobierno demuestran que la red universitaria quebequesa está mejor financiada que la de  otras partes:
Utilizando como indicador la relación entre el conjunto de los gastos de las universidades y el producto interior bruto (PIB), constatamos que, en comparación con el resto de Canadá, Quebec se encuentra entre las provincias cuyo esfuerzo financiero dedicado a las universidades es más importante. En 2008-2009, el conjunto de los gastos de las universidades representaba un 1,94 % del PIB en Quebec, en comparación con un 1,76 % en Ontario, un 1,65 % en Canadá entero y un 1,58 % en Canadá sin Quebec.
Obtenemos similar conclusión comparando el conjunto de los gastos de las universidades por estudiante. Todavía para el año 2008-2009 el conjunto de los gastos era de 29 242 $ por estudiante en Quebec, en comparación con 28 735 $ en el resto de Canadá, de 26 383 $ en Ontario y de 28 846 $ para Canadá entero.

De esto se constatan dos cosas. Por un lado, que a las universidades quebequesas no les falta dinero. Por otro lado, que el importe de la subida de las tasas representaría una subida que no llega al 5 % del presupuesto de las universidades quebequesas. Los problemas de la red universitaria quebequesa son más bien achacables a un mal reparto de los recursos que desfavorece la asignación de dinero a la enseñanza y a los recursos destinados directamente a los estudiantes. En la Universidad de Montreal por ejemplo, el personal de gestión ha pasado de un 10 % a un 15 % del efectivo total entre 2000 y 2008, mientras la proporción de profesores ha pasado del 26% al 22%.


La enseñanza se vuelve cada vez más una institución privada sometida a las exigencias del mercado y pierde su función social
El aumento de las tasas no tiene solamente repercusiones monetarias. Al pasar de una financiación pública asegurada por el gobierno a una financiación privada asegurada por el estudiante y por la filantropía de las empresas, cambiamos el rol de la educación. El estudiante se vuelve un cliente que compra un servicio cuya función es la de aumentar el valor comercial de su trabajo. Según esta lógica es normal que el estudiante pague un precio proporcional a los beneficios que retira. Esta visión ha sido defendida en primer lugar por distintos organismos de la derecha económica (la Patronal, el Instituto Económico de Montreal, el Centro para la Investigación Interuniversitaria y el Análisis de Organizaciones, etc.) y está claramente presente en los presupuestos de Quebec de 2011. El plan del gobierno de aumentar la filantropía de las empresas pretende lo mismo. Al favorecer la contribución voluntaria de organismos con ánimo de lucro admitido el gobierno cambia el estatuto de la investigación universitaria. Ésta se tiene entonces que someter a les exigencias del mercado, porque en adelante, es en el mismo mercado donde encontrará su financiación.


El aumento de las tasas no corresponde a una obligación económica sino a una elección política
No se puede decir que el aumento de las tasas sea una necesidad económica, sobre todo cuando nos damos cuenta de que la subida prevista aportará una insignificante suma de 216 millones $ por año, lo que apenas representa un 4,7 % de un presupuesto de 4,5 mil millones $ que importarán las universidades en 2016-2017, y un 0,3 % del presupuesto total del Estado quebequés.
Al elegir financiar la universidad con una tarifa única (lo que es regresivo en relación con el ingreso) en vez de financiarla con el impuesto sobre el ingreso (que es progresivo), el gobierno elige favorecer a los más ricos, someter la universidad a la lógica del mercado y restringir el acceso a la enseñanza post-secundaria.


Los estudiantes ya tienen que apretarse el cinturón
Cuando se descongelaron las tasas en 2007, los partidarios de la subida de las tasas machacaban en todas las tribunas que los 50 $ suplementarios exigidos por cuatrimestre no representaban más que una cerveza menos por semana. Por supuesto, no hablaban del efecto acumulativo de la subida. Esta vez, ¿se atreverán a afirmar que los 1625 $ de aumento no representan más que 16 cervezas menos por semana?
Y lo que es más serio, un estudio exhaustivo de 2009 realizado por la Federación de los estudiantes universitarios del Quebec sobre las fuentes y los modos de financiación de los estudiantes de primer ciclo demuestra que la renta media de los universitarios es de 12 200 $ por año. Después de haber pagado las tasas (la factura media en 2009 era de 2 600 $ por año) solamente quedaban 9600 $. Un aumento de las tasas de 1625 $ constituiría una compresión de 17 % de los ingresos disponibles - tenemos derecho a preguntarnos cómo comerán los estudiantes dentro de 5 años, considerando que el coste de la vida aumenta considerablemente en todos los sectores-. Para alcanzarlo, los estudiantes deberán trabajar el equivalente de 162 horas suplementarias a 10 $/h.

La violencia de las palabras


<<La violence des mots>>.Artículo disponible en el blog de profs au carré (Agrupación de profesores en apoyo a la lucha estudiantil): http://profsaucarre.wordpress.com/2012/05/07/la-violence-des-mots/
(Fecha de publicación: 7 de mayo de 2012).

La violencia de las palabras
Todo el mundo conoce la violencia y mucha gente la reprueba. Uno de los argumentos de los anti-huelga es que el movimiento estudiantil se ha vuelto violento, sobre todo durante las manifestaciones. Las enardecidas declaraciones de Line Beauchamp (Ministra de Educación)] al respecto, que le han permitido retrasar un poco las negociaciones, también giraban en torno a la violencia, la cual Gabriel Nadeau-Dubois  debería condenar de rodillas, con un sambenito y con la soga al cuello, o casi.
No obstante, la violencia no es solamente romper escaparates a pedradas o repartir golpes de porra, sino que incluye también la violencia verbal, que como todos sabemos a menudo hace más daño. Es otra forma de violencia, utilizada por los anti-huelga, por el gobierno y por los editorialistas de La Presse, de la Gazette, del National y del Globe and Mail primero (ni siquiera hablo de la prensa de Péladeau, esos no son periódicos): la violencia intelectual.
Desde siempre, una de las maneras de hacer daño al adversario, al enemigo, es no reconocer tan siquiera su lucha. Las tropas de ocupación, nazis y otras, hablaban de “terroristas” para no reconocer la misma existencia de las fuerzas de resistencia. Francia llamaba “medidas para restaurar el orden” o “acontecimientos” a la guerra que Argelia estaba haciendo por su independencia, los americanos también han tardado mucho tiempo en hablar de “Guerra de Vietnam”.
¿Cuál es el vínculo con la huelga estudiantil? Precisamente este rechazo obstinado y voluntario a hablar de “huelga”. Se habla de boicot, de suspensión de clases, pero no de huelga. Ante todo, nada de huelga.
Oficialmente esto se debe a que los estudiantes no son asalariados y tampoco tienen una relación patrón-empleado. Pero esto es de hecho una forma de minimizar el movimiento, de concederle, al menos lingüísticamente, la menor importancia posible. Y sin embargo, tal y como el asesor lingüístico de Radio-Canadá señaló, se puede hablar de huelga cuando se trata de un movimiento que pretende hacer valer una causa. Las huelgas de hambre, casos extremos de protesta, son un ejemplo de esto. ¿Nada de huelga, nada de negociaciones, nada de problemas? Los hechos contradicen estos argumentos partidarios: el sistema universitario quebequense está totalmente revuelto y debilitado, y esta crisis le está costando muy caro (no olvidemos que la idea de base era invertir en él. Hablando de partidismo, nos acordaremos de decisiones con vistas a reemplazar el término “abandono escolar” por “persistencia escolar” (lo que arregla el problema enseguida) o de hablar de “seguro de empleo” y no de “seguro de desempleo”, y de la extraordinaria eficacia de estas medidas, si queremos ser particularmente críticos respecto a estas maniobras políticas. Es una forma de violencia, intelectual, con el objetivo de no otorgarle a la protesta su verdadero lugar.
Y lo peor de todo esto es, sin lugar a dudas, ver cómo estas medidas parecen hallar eco en la población, cuya opinión es lo que realmente está en juego en este conflicto. Después de ocho años de gobierno controvertido, la huelga estudiantil proporciona al gobierno de Charest un chivo expiatorio. Y para sacrificarlo la elección de las palabras es una estrategia deliberada, una forma de violencia intelectual. Menuda ironía cuando se ve hasta qué punto se critica la violencia oficialmente…
Yann Roche, profesor al cuadrado